Creciendo entre espacios y nuevos comienzos

 

Si pienso en los cambios más grandes de mi vida, curiosamente, siempre se me viene a la cabeza la lavadora. Sí, ya sé que suena raro, pero es que, a lo largo de los años, las lavadoras han estado ahí, marcando momentos importantes, casi sin darme cuenta.

 

Recuerdo que cuando era pequeña, la lavadora de mi casa no era nada sofisticada, pero a mí me parecía fascinante. Era grande, ruidosa, de esas que hacían un sonido casi mágico cuando empezaba a girar. Yo tenía como 5 años y me quedaba mirando, maravillada, cómo la ropa daba vueltas y vueltas, como si la máquina tuviera un poder secreto. Mi mamá la ponía en marcha y yo me acercaba, poniendo la mano sobre el tambor, sintiendo cómo vibraba. Era como una especie de ritual en casa, una especie de "magia" que dejaba todo limpio, sin que nadie tuviera que estar mucho tiempo lavando a mano.

 

Luego, cuando nos mudamos a una casa más grande, la lavadora que teníamos se rompió, y llegó una nueva, la lavadora LG. Recuerdo que era más moderna, más silenciosa, y para ese momento ya tenía un poco más de edad, así que me di cuenta que, aunque fuera sólo una lavadora, de alguna forma eso marcaba una nueva etapa en la vida. Mi mamá ya no estaba tan cansada después de las tareas domésticas, y la casa parecía más organizada. Aunque yo no lo entendiera completamente en ese momento, esa lavadora representaba un cambio en el ambiente de casa. No era solo el aparato, era el nuevo espacio, el nuevo ritmo que traía consigo.

 

Pasaron los años, y el día que me mudé a vivir sola, la lavadora ya era una de las primeras cosas que tenía en mente comprar para mi departamento. Ya no era esa niña que miraba con fascinación el tambor de la lavadora, sino una joven adulta que necesitaba organizar mi tiempo, mi vida. Recuerdo que ahorré durante meses para poder comprar una pequeña lavadora que me sirviera. La elegí con cuidado, casi como si fuera una extensión de mí misma. Lo curioso es que, a pesar de que era solo una lavadora, para mí marcaba un hito: era la primera vez que vivía sola, con mis propias reglas, mis propios horarios. No tenía la lavadora gigante de la casa de mis padres, pero esa pequeña máquina era mi forma de empezar a independizarme, de sentirme adulta.

 

Cuando conocí a Luis, después de un tiempo, y nos mudamos juntos, recuerdo que una de las primeras cosas que compramos fue... sí, una lavadora. Esta vez no solo era un aparato, era un símbolo. Un símbolo de la vida que íbamos a construir juntos, de la familia que queríamos formar. Ya no era la lavadora que veía en la casa de mis padres ni la pequeña máquina de mi primer departamento. Era una lavadora nueva, más eficiente, de esas que ahorran energía, que tienen programas especiales y todo. Como nosotros, queríamos empezar bien, desde cero, con las mejores bases. Y, aunque ahora parecía algo mucho más funcional, sigo viéndola como una especie de marca de nuestra vida de pareja, una de esas cosas que hacemos juntos.

 

Ahora que tengo a mi hijo, la lavadora sigue siendo parte de la rutina diaria. Hay algo reconfortante en saber que, aunque todo cambia, ciertas cosas permanecen. Esa lavadora se ha convertido en un símbolo de todas las etapas que he atravesado. Fue testigo de mi niñez, de mi independencia, de mi vida en pareja, y ahora, de mi maternidad. No es solo un electrodoméstico, es una especie de "marca de agua" que me recuerda cada fase de mi vida.

 

Es curioso, ¿no? Cómo algo tan simple como una lavadora puede estar presente en tantos momentos importantes. Y, a pesar de que parece algo tan cotidiano, hoy me doy cuenta de que, en cada uno de esos momentos, me ayudó a seguir adelante, a avanzar en la vida, haciendo todo un poco más fácil.

Historias infinitas

Esta es una de las tantas historias que nuestros consumidores nos han compartido a través del tiempo, con quienes hemos construido juntos nuestros caminos.

Relatos como este nos motivan a continuar innovando, asumiendo la responsabilidad de ser parte de los hogares de miles de chilenos, que nos han apoyado desde nuestros inicios hasta el día de hoy. ¡Gracias, Chile!